jueves, 15 de septiembre de 2011

El Niño de la calle, en las Elecciones, el PAN trae de encargo al alcalde de Monterrey Fernando Larrazábal por presuntos actos de corrupción. A los ricos les gusta el “Quesito”

Por “Loom el Maldito Chino” Con la tragedia ocurrida en el “Casino Royale” el agua comenzó a hervirle y los camotes,  al gobernador Rodrigo Medina.  Pero fueron los panistas, con la cabecita caliente y  una vez que el periódico Reforma publicó los videos donde Jonás, el hermano del “edil Regio” aparece recibiendo dinero, un sabroso “Quesito soborno” Ocasión aprovechada, inmediatamente los expertólogos; quienes tomaron la olla caliente a mano pelona y se la vaciaron encima. Sin demérito de las investigaciones que la Procuraduría Neoleonesa ha iniciado, es obligación de toda persona, que teniendo conocimiento de un ilícito, debe reportarlo a las autoridades competentes. En este caso, por la manera en que la cúpula Panista ha manejado el asunto, presupone que tiene  elementos suficientes que relacionen los presuntos actos de corrupción de Jonás Larrazábal y el secretario de Recursos Humanos del ayuntamiento de Monterrey, con el edil de la sultana del norte. Si Fernando es responsable de los hechos que le insinúan, que pague por ello; sin embargo, existen procedimientos legales como la destitución del propio cabildo y la intervención del congreso local para separarlo del cargo, siempre y cuando se acrediten los delitos imputados, y posteriormente la sanción partidista, no a la inversa. Los reglamentos partidistas no son jerárquicamente superiores a las Leyes de este país. En México es muy fácil acusar, señalar y descalificar a cualquiera sin tener o aportar las pruebas, esto es abusar de la libertad de expresión. También, existiendo presunciones contundentes para procesar a algún servidor o funcionario público, o bien, representante popular, simplemente el congreso federal o de los estatales hacen mutis. Esto se llama impunidad, calamidad que tiene postrada a las instituciones preestablecidas y a los gobernantes. Yo no sé si el alcalde de Monterrey tenga que ver con la presunta corrupción a la que se le vincula, primero tendrán que probarlo  las autoridades jurisdiccionales, lo que no se vale es exponer al escarnio público a una persona por suposiciones o apreciaciones subjetivas. Ya en el terreno partidista, me llama la atención la vehemencia con la que el CEN del PAN ha tratado el tema, y más, me preocupa la difusión mediática que ha propiciado, negativa por supuesto para el partido al tratarse de un miembro destacado y alcalde de la tercera ciudad en importancia del país. Más allá de la responsabilidad que pueda tener Larrazábal, el edil, que, insisto, apenas si el asunto se encuentra en etapa de investigación, resulta inusual la solicitud del Consejo Político de Acción Nacional de exigirle al alcalde solicite licencia, la que quizás descanse en el ánimo de que el munícipe permita ser investigado sin contratiempos, pero la petición, expuesta públicamente hasta el hartazgo, sugiere que éste sí tiene alguna responsabilidad en los hechos que ya el ambiente político le adjudica. Con tanta lumbre en el horno los bollos se queman. Ya hubiese querido yo que esos ímpetus de castigo a la corrupción y esa desbordada pasión por la ética se manifestaran con la misma intensidad en los casos de: Mario Marín, Ulises Ruíz, El Pemexgate, el de Maderito (antecesor de Larrazábal), o ya de perdis con los responsables del desorden financiero del CDE en Chihuahua que motivaron las multas del IEE. Bueno, aunque sea el peculado contra el DIF municipal. No se descarte la posibilidad, como ya ha sucedido en otros casos, que el presidente municipal de Monterrey opte por mandar a  la goma al partido, y se arregle con el gobernador Medina, para sellar alianza en 2012. Un pequeño recurso para ser presidente Municipal independiente, “Órale que Grandote”