Samuel Aguilar Solís Vicepresidente de la Fundación Colosio A.C Después del año 2000, el PRI aportó otra cuota a la democratización de México con la aceptación de su derrota y dio una muestra más el primero de diciembre del año 2006 y en el Congreso de la Unión no ha regateado su voto a reformas políticas, pero hay que decirlo autocríticamente, ha sido insuficiente y no sólo de él, el partido gobernante, las derechas aglutinados en el PAN han sido incapaces de dar estabilidad, paz social y es más, han reducido el poder del Estado hasta llevar a una discusión no sólo académica, sino jurídica y política y no sólo al interior de nuestro país, incluso en el extranjero, de si acaso México no se encamina hacia un Estado Fallido. Esa es la herencia panista en una década. Pero reitero la responsabilidad es de las élites políticas. Hoy estamos frente a un hartazgo social por la violencia sin freno, de un país sin ley en muy amplios espacios territoriales de nuestra nación y asistiendo a un sistema político con poderes sin cooperación, un incremento alarmante, dramático de la pobreza, a esa otra violencia, decía Gandhi que “La peor violencia es la de la pobreza” y hoy casi la mitad de la población está en esa situación. Pero a esta realidad y de cara al hartazgo social, las elites políticas se ven incapaces de responder y eso torna mas riesgoso el futuro. Más aún, la presencia de poderes fácticos, debilitan el Estado y a los poderes legal y democráticamente constituidos, peor, algunos partidos políticos se prestan a servir de vía para la llegada como representantes populares de algunos empleados de estos poderes fácticos.